Otra madrugada

Me recuesto lentamente en la cama y siento el peso de tu cuerpo sobre mi. Tus labios recorren mi cuello y mis manos se deslizan por debajo de tu camisa, apretando tu piel, dejándote saber lo que te deseo... se lo que tú me deseas, te siento en mi entrepierna y siento que la sangre de mi cuerpo empieza a hervir a cada respiración entrecortada, a cada caricia, a cada sensación que despiertas en mi cuerpo... te deseo y te lo hago saber al mover mis caderas solo un poco para no anticiparme. Me pego a tu cuerpo, abrazándote y encajando un poco mis uñas en tu espalda, lo que te hace gruñir, me miras y te sonrío mientras te comienzo a besar más demandantemente... muerdo tus labios con furia y pasión a la vez que mi lengua se introduce en tu interior, comenzando a saborear el sabor único de tu boca.

Siento tu cuerpo sobre el mío aunado a que me tienes sujetas las manos y levanto mi rostro buscando tus labios los cuales beso profundamente mientras mi cadera no deja de balancearte, incitándote un poco más. Arqueo mi cuerpo ofreciéndote mis pechos para que los beses y acaricies mientras tanto yo comienzo a besar lo único que tengo a mi alcance: tu cuello. Lo recorro con mis labios, delineando con la lengua todo el camino desde la barbilla hasta la manzana de Adán, queriéndote hacer sentir un poco de lo que siento yo cuando me tocas.

Me levanto y me siento sobre ti, me agacho y te beso el cuello, recorriendo cada centímetro de tu piel, dejando una leve marca que le diga a los demás que tienes dueña. Muerdo mis labios de lo desesperada que me siento, tantas emociones se acumulan en mi interior: deseo, duda, temor, felicidad, pasión pero sobre todo muchas ganas de recorrer tu piel, de que me toques, de que suspires por mi, de que digas mi nombre una y otra vez en medio de gemidos, quiero escucharme gemir tu nombre, quiero estar contigo...