Te espero sentada frente a mi ventana, viendo como la vida se me va y tu no estás. Ésa es su ventana. Allí la espera el tiempo. Tras el cristal su rostro invisible, en silencio. Me mira, ciega y dulce, con los ojos abiertos. La noche está a mi lado, su ventana está lejos. Alguien la busca a veces vestida de negro, joven madre del luto, flor del viento. Sus manos rezan sobre su pecho. Y ella, niña, me mira con sus ojos viejos. Y yo la busco dulce, muerto. En la sombra estaban sus ojos y sus ojos estaban vacíos y asustados y dulces y buenos y fríos. Allí estaban sus ojos y estaban en su rostro callado y sencillo y su rostro tenia sus ojos tranquilos. No miraban, miraban, qué solos y qué tiernos de espanto, qué míos, me dejaban su boca en los labios y lloraban un aire perdido y sin llanto y abiertos y ausentes y distantes dis